domingo, 23 de diciembre de 2012

¿Se puede viajar en el tiempo?


¿Se puede viajar en el tiempo?

Las películas y novelas abusan de este hipotético recurso mediante el cual, el héroe, puede regresar al pasado (ir o avanzar sería el término exacto ya que en su tiempo él sigue envejeciendo) y componer un error o salvar su planeta (como sucede en Viaje a las estrellas). La perspectiva es fabulosa y plantea la paradoja de que una persona pueda encontrarse consigo, más joven (En “Experimento Filadelfia” y “Viaje a las estrellas” esto es lo que sucede; aunque en la primera el guionista disimula el asunto tras un vidrio polarizado).

Los agujeros negros permitirían tal proeza, al menos para la opinión pública, alentada por falsos difusores de la ciencia, tales como Canal Discovery. La existencia de esos singulares objetos está confirmada por la observación telescópica -al medir la acción de la gravedad de objetos invisibles- de lejanos objetos y de emisiones de rayos X, originados a medida que las galaxias o meros soles son devorados por estos monstruos, como ya narramos en nota anterior. Sin embargo, la existencia de los Hoyos de gusano, es decir, la interconexión de aquellos mediante secretas dimensiones, caminos que burlen la geometría del espaciotiempo, atajos que nos dejarían frente a tal o cual galaxia, en el pasado o en el inimaginable futuro, no podrían ser confirmados por nadie, ya que el cronista se encontraría demasiado lejos de nosotros para dar la nota.

En la película Stargate o Puerta de las estrellas, por ejemplo (los videos han de tener estos títulos), el guionista comete un error: los héroes son transportados por una máquina hacia una región extrema del cosmos (como en Deja vú, solo que Denzel va al pasado), y, desde allá -en una galaxia lejana deben enfrentarse a no sé que loco que pretende destruirlo todo- ¡se comunican en vivo con Huston!

¡Dios me ampare! Si los muchachos han sido trasladados a no sé que lugar, a miles de años luz de distancia ¿cómo van a comunicarse en vivo? Nada puede viajar a una velocidad mayor que la de la radio y aún así esta demoraría miles de años en llegar.

Para comprender el absurdo de las pelis de ciencia ficción: hace poco los Estados Unidos enviaron una curiosa lata a Marte, buscando fósiles de vida en el planeta rojo. Había un inconveniente: ¿cómo bajar la nave? ¡Está Marte demasiado lejos para comandar las acciones de descenso desde la Tierra! El querido Ares está tan lejos de nosotros que, aún las órdenes que viajan a la velocidad de la luz, no llegarían lo suficiente rápido como para solucionar el mínimo inconveniente. Tuvieron que contratar a un argentino, al ingeniero San Martín, diseñador de un programa de computadora encargado de medir cada metro, cada velocidad y cada azote del viento durante el descenso de la nave, capaz de corregir al instante, allá, en la rojiza atmósfera, cualquier eventualidad que se manifestase! Y lo logró el muchacho: el héroe de la Nasa, ¡un argentino!

En muchas películas estas desigualdades y locuras norteñas se ponen de manifiesto. Veamos algunos títulos para aprender al tiempo que se  divierte: Moon, excelente peli donde el eje de la trama es la conciencia de identidad, es decir, la memoria que nos ata a los afectos y las costumbres, boicoteada por la avaricia capitalista; Sunshine o Alerta solar, una aventura con todas las letras: los héroes parten hacia el sol, moribundo; su misión: encenderlo; los problemas llegarán de la mano de un extraño personaje: un veterano vengándose de aquellos que le enviaron a la nada. ¿Les suena a historia conocida?

Si el video no es lo suyo e igual quiere distraerse al momento que aprende, dése una vuelta por la biblioteca y pida uno de estos títulos: Crónicas marcianas, deliciosa aventura narrada por uno de los inmortales: Ray Bradbury; Odisea espacial, un clásico que no pierde vigencia, pues se discute allí lo que aún nos preocupa: la inteligencia artificial, el espacio tiempo, la aventura del hombre en el universo; Cosmos, el libro de Carl Sagan, un portento de la astronomía y la narración amena que hoy es emitido en formato televisivo por Canal Encuentro

martes, 20 de noviembre de 2012

La estrella de Belén y los tres reyes magos

 

La estrella de Belén y los Reyes Magos

José vive en Belén y María está encinta. La época es dura, no hay quién los aloje. José refugia a su familia en un establo y sucede el parto. Nace Jesús y se acercan unos vecinos, pobres también. Pronto, todos se sorprenden. Llegan al pesebre tres hombres bien vestidos. Son los Reyes de Oriente, los que hoy llamamos Reyes magos. Llegan con unos pocos regalos que no sirven para nada y exclaman: Encontramos el lugar siguiendo una estrella, una estrella nos trajo hasta acá.

Vaya historia, una estrella guió a los reyes hasta el hijo de Dios. El relato bíblico tiene un contenido astronómico. Los tres Reyes representan a las estrellas llamadas Las Tres Marías o el cinturón de Orión, visible en esta época en lo alto de la noche. Es muy posible que la estrella guía de verdad haya existido. Esa estrella, la estrella de Belén, fue un cometa.

Los cometas son cuerpos que se formaron junto con el sistema solar, hace unos 4.500 millones de años; desde entonces aguardan el anunciamiento de la gravedad para soltarse de su lejana morada y lanzarse a la carrera sobre su madre, el sol. Cometa viene de coma o cabellera. Sucede qué, cuando dicho astro se acerca al sol, la energía de este lo calienta y lo desarma en pequeños fragmentos que, impulsados hacia atrás, forman su cabellera de luz y una o dos colas. Es decir, forman belleza.

Por una característica de nuestro universo, siempre que un cuerpo tira de otro por medio de la gravedad, este cae hacia él siguiendo caminos que llamamos elipses. Las elipses son círculos achatados. Un círculo es el perímetro de una moneda; una elipse es el perímetro de la sombra que esa moneda arroja sobre la mesa si la iluminas de costado.

El avance del pensamiento ha luchado siempre con algo mucho más poderoso que la ignorancia o la incapacidad. El pensamiento lucha contra un gigante llamado paradigma. Los paradigmas son estructuras mentales que nos condicionan al pensar. Muy pocos David hubo en la ciencia que hayan podido derrotar a ese Goliat. En la antigüedad se pensaba que las órbitas planetarias debían ser circulares, y esto demoró mil años la verdad. Al fin llegó Kepler, con su honda de cálculos, y probó que las órbitas no eran circulares: eran elípticas.

Las elipses permiten que, si puedes observar el paso de un cometa por tres puntos del cielo, entonces puedes calcular todos los puntos restantes, todos los sitios donde ese muchacho irá a estar en el futuro -o donde haya estado en el pasado. Es por esto que los astrónomos tienen la certeza de que la estrella de Belén fue un cometa: hay uno bien grande que pasó aproximadamente por nuestro cielo hace más o menos 2012 años.

Pronto volverá a pasar un cometa por los cielos de Chabás. Lo hará en marzo de 2013. Esta piedra de hielo y polvo viene en camino pues alumbrará la llegada de mi nieto. Mi hija mayor está encinta de su amor y su pancita, esa pancita que durante años acariciamos y cuidamos, hoy guarda el milagro de la vida. Es un varón. Un varoncito está en camino y un cometa precioso como pocos que se hayan visto en el pasado viene a su encuentro. Los sabihondos dicen que brillará en la noche con el poder de una Luna. Yo no pido tanto, no es necesario. Ya saben lo que pienso de los avaros que todo lo quieren para sí, y mucho me basta la felicidad de esa madre.



Volviendo a la vana ciencia, los cometas están catalogados como de corto y largo período, es decir, de corta o larga elipse. Los de corto período se repiten cada 50 o 100 años. Son cometas que habitaban una franja de escombros muy cercana a los lindes del sistema solar. Luego están los cometas de larga elipse. Estas cabelleras de luz pasan hoy y, cuando vuelvan… ninguno de nosotros estará aquí para verles. La astronomía, mucho más que las religiones, nos enseña a ser humildes.

Sabemos los astrónomos que solo somos un parpadeo en la nada, un soplo de dolor o alegría en la sinfonía tocada por los astros infinitos. Por eso, en estas fiestas, no se ignoren; busquen al amigo y al ser querido y compartan con él o envíenle un gesto de cariño. El parpadeo de cada estrella nos lo sugiere.

sábado, 27 de octubre de 2012

Escorpiones, Anzuelos y Futuros interrogantes.


Escorpiones, anzuelos y futuros interrogantes.
 http://www.baskies.com.ar/PHOTOS/ANTARES%20REGION%20LRGB.jpg
Región vecina a la estrella Antares, en scorpio. Gentileza de Baskies, de Sergio Eguivars.

Durante el año hemos hablado de diversas estrellas conforme avanzaba la noche sobre nosotros. Hace poco dije que Escorpio se alzaba por el este y hoy puedes verlo caer sobre el oeste; es majestuoso el modo en que sus pinzas -tres estrellas en abanico, debajo de una roja- se hunden primero; luego baja la cola, con sus brillantes estrellas azules, llamadas Shaula y Lesath.
La figura del escorpión es inconfundible: la estrella roja, llamada Antares porque rivaliza con Marte, es su corazón; luego le siguen tres estrellas que forman el cuerpo, largo, apenas curvado – son estas estrellas azules, muy jóvenes y llenas de energía- por último, la hoz de la cola, una curva cerrada con las dos estrellas que dije y que dan una imagen o idea de púa.
El Escorpión es una constelación nacida en los pueblos de la media luna fértil, en el Asia menor. Allí proliferan estos bichos y es natural que los antiguos vieran su figura en el cielo. Lo curioso es que los niños, en nuestras escuelas, quienes no saben estas historias, solo vean un signo de interrogación, allá arriba. Tal vez sea lógico que lo hagan pues un escorpión con su cola erguida se parece a un interrogante. Lo triste es que mientras aquellos asiáticos y griegos colocaban en el cielo al mundo animal que los rodeaba, nuestros niños vean símbolos abstractos de la escritura, inventos alejados de la realidad.

Veamos otro ejemplo:
En Nueva Zelanda, los maoríes, ese bello pueblo que por ahí es hijo de los mismos viajeros que llegaron a América a través del océano Pacífico, hace 10.000 años, ven las mismas estrellas que nosotros, pues son culturas del sur. Esos hombres y mujeres que pintan sus rostros y que en el Rugby son imbatibles, se dice hijo de un héroe maorí quién, en la antigüedad, pescó a la isla de Nueva Zelanda y la alzó desde el fondo de los mares para que todos sus hijos tuvieran dónde vivir. El primer maorí, el primer hombre de aquellas latitudes, pescó para todos a su tierra del mar.
Pero, ¿Con qué lo hizo? ¿Con qué anzuelo logró semejante hazaña?
Pues claro, con un anzuelo gigante que hasta el día de hoy ellos ven en el cielo, el anzuelo magnífico que los griegos creyeron Escorpio y que mis chicos ven como interrogante.
Hermosa, muy bella historia que los une a su medio ambiente, que los hace uno con la tierra y el mar que los rodea.

 A un conocedor del cielo, sin embargo, esa leyenda le dice algo más, algo concreto: le dice la época del año en que aquellos antepasados maoríes, navegando su proceloso espacio, dieron con Nueva Zelanda. Ellos, los primeros, sin duda llegaron a esas islas cuando el escorpión ascendía del este. En la foto superior puede verse que tal constelación simula un anzuelo, el cual iza del mar su presa o su regalo: la tierra prometida.

Estas historias escondidas en los astros, escondidas en las luces del cielo, lejos de hablarnos del infinito, nos hablan de nosotros mismos, de nuestros antepasados, de nuestras vidas anteriores, es decir, las de nuestros antepasados.
Las historias, los cuentos, las leyendas, son lo único verdadero, lo que nos une a nuestras raíces.
Hay una frase conocida: “quién ignora su pasado está condenado a repetirlo”.
La astronomía, al narrar las historias del ayer, le da a cada pueblo un futuro nuevo para construir. 

Sergio Galarza

lunes, 17 de septiembre de 2012

Coplas de la luna llena


Coplas de la luna llena

*Canción, de Jorge Fandermole.
Los enamorados cantan su amor bajo la luna y los hombres lobo sienten el llamado de lo salvaje cuando está llena; las banderas de muchos países la incluyen en su paño y los poetas de todas las épocas le han escrito sus mejores versos.

En la antigüedad los hombres contaban lunas para saber cuando nacerían los niños. De allí que uno de sus nombres sea Artemisa, diosa de lo femenino. Hoy se le dice Selene y por ello Cyrano de Bergerac, tras su famoso viaje, nos hablo de los selenitas.

Ella nos acompaña desde siempre… siempre que la observemos con los ojos de la gente, porque si buscamos en su ayer con los ojos de la ciencia, la verdad es otra.

Hubo un tiempo en que no tuvimos el gusto de su compañía.
La Luna es hija de una de las tantas carambolas que se dan en un sistema planetario como el nuestro. Hace 4.500 millones de años, mucho antes de que hubiese algas sobre la tierra, un planeta algo más chico se nos vino encima. El golpe ha de haber sido prodigioso: luces y polvo arrojados al espacio en fuegos de artificio inolvidables. Un bello espectáculo para observar a ojo desnudo, desde Marte, por ejemplo.

Semejante impacto fue causa de sorpresas tales como el campo magnético, la inclinación del eje de giro y, la mas notoria, que el polvo y los escombros arrojados al cielo quedara dando vueltas a nuestro alrededor; años y años allí, pálido cinturón de cenizas, hasta que, aglutinándose, pegoteándose cual harina húmeda, miles de años después, borrosa y lenta, consolidó en lo que hoy vemos, esa carita sucia, toda granos y manchas que llamamos Luna.

En el siglo XVII, fue observada por hombres y mujeres con telescopios. Uno de tantos, Galileo Galilei, tuvo la mala dicha de publicar sus observaciones en un libro que cambió el curso de la ciencia. Dije mala, porque sufrió grandes castigos al derrumbar los absurdos que entonces enseñaba la ciencia; entre ellos, que la materia supralunar era perfecta e incorruptible. Ante esto, Galileo, quien no era algo gruñón, dijo: ¡Puras macanas, la Luna está hecha pomada!

Los pensadores de la época se negaban a observar por el telescopio, decían que era truco lo que allí verían; mientras, el libro escrito por el florentino se vendía a montones.
El mensajero de las estrellas, tal su título, está lleno de dibujos que describen su superficie en detalle: los mares (de lava seca, no de agua), las montañas, los cráteres, los cañones. Galileo dibujaba muy bien, era un científico moderno, esto es, solo creía en lo que podía comprobar mediante experimentos. Con uno de ellos midió la altura de las montañas lunares ¡vaya proeza!

Observar la luna es un gusto, en cualquiera de las fases en que se encuentre, es decir, en cualquiera de los ángulos en que nos muestre su carita iluminada, que de eso se trata.
Sus fases cambian día a día o noche a noche, como más te guste. De hecho, muy pocos la reconocen como astro de observación diurna. Cuando se acuesta cerca del sol, así como cuando amanece con él, es fácil verla inclinar su cara iluminada, siempre mirándolo, como enamorada. 
Cuando muestra su cara llena, por el contrario, verás que siempre está muy lejos del sol, que espera a que este se oculte para mostrarse ella, cual si estuviese ofendida. Y cuando no la vemos, cuando tenemos Luna nueva, en realidad está justo en línea al sol, nos muestra su noche, su cara oscura hacia nosotros. Por eso cuando hay Luna nueva es el único momento en que pueden darse eclipses de sol, y cuando hay Luna llena es cuando se dan los eclipses de luna. Son los únicos momentos en que los tres astros, el sol, la tierra y la Luna, forman una línea recta en el cielo, pueden taparse unos a otros jugando a las escondidas.


Detrás de este baile de máscaras se halla la más pura geometría, ya dije que los hombres la aprendimos del cielo. Puede medirse con ellas la hora. Mis alumnos de sexto y quinto grado han realizado relojes de Luna. Si ves a uno de ellos por las calles de Chabás, dile:
Ey, niño, mira la Luna y dime ¿qué hora es?
Te responderán con acierto.

viernes, 17 de agosto de 2012

La leyenda del Choike

http://www.davidmalin.com/fujii/image/af1-02_72.jpg

Muchos conocemos la Cruz del sur, bella constelación de nuestros cielos que para nosotros es visible todo el año. Mírala estas noches de agosto y setiembre, ya recostándose sobre el oeste. Siempre mirando al polo; parece un barrilete, además.
La Cruz o Crux está formada por cuatro o cinco estrellas, según la polución lumínica de tu cielo. Tres de ellas son de buen brillo. Desde Chabás se distinguen sus cuatro luces principales: Alfa, Beta, Gamma y Delta crux.
La primera es un sol triple aunque lo veas como uno. Con telescopios medianos ya puedes resolverla en dos puntos diminutos. La segunda es una gigante azul y muy cerquita esconde a una de las joyas del cielo: una estrella de carbón, un diamante encendido, roja, rojísima, llamada Lágrima de sangre. Gamma crucis es una gigante roja, asimismo.
Si observas desde el campo podrás ver, además de la débil delta crux, la quinta estrella llamada Epsilon, y una mancha oscura entre Alfa y Beta crucis, inmenso vacío de soles, conocido como el Saco de carbón. Curioso objeto celeste, esta nebulosa oscura está formada por gases espesos que absorben la luz de los astros que guarda dentro y detrás de ella.
La cruz del sur es junto a Escorpio la constelación que más se parece al objeto que nombra. En la antigüedad, los pueblos de la Patagonia le llamaban La Huella del Choike.
Un choike es un ñandú pequeño, de plumas pardas, que al pisar deja cuatro puntos sobre el piso, las  marcas de sus uñitas.
La cruz o la Huella del choike es una constelación muy importante, pues sirve para dar con el polo sur celeste. El palo mayor lo señala, a unos dos puños de la estrella más notoria, Alfa.
He aquí una de las tantas curiosidades que nos regala la astronomía: El polo sur está arriba nuestro, en el cielo, y no debajo, como usual se muestra en los mapas y globos terráqueos que vemos en los colegios. El hecho de que se enseñen los polos invertidos responde al dominio intelectual a que los países del norte nos someten. Si quieres ser un poco más libre recuerda esto: el polo sur está arriba, lo señala la Cruz o la Huella del Choike. Es el polo norte el que está abajo, mirando desde Chabás.
Los viajeros españoles y portugueses, quienes arribaron en el siglo XVI al Río de la Plata, fueron quienes llamaron Cruz a nuestra constelación. Te cuento la leyenda americana:

Había en la tribu un cazador joven y capaz que se jactaba demasiado de serlo. Los abuelos le decían: “Muchacho, ten modestia, no todo animal puede ser cazado”. Pero el joven hacía oídos sordos.
Una mañana, el muchacho se hallaba en el campo; allí vio el choike más bello y más grande que hombre alguno viera jamás. De inmediato comenzó a perseguirlo para arrojarle sus boleadoras, que entonces eran dos piedras unidas por un tiento de cuero. “¡Ya verás, no escaparás a mi tiro!”, pensaba.
El choike era inmenso porque en realidad se trataba del Dios de los Choikes, el padre o la madre de todos ellos. Huía sin esforzarse, esperando que el joven se hartara de tanta carrera. Pero nuestro personaje no aflojaba. Más corría el Dios, más corría el cazador.
Llegada la tarde, cuando el cielo oscurecía y las primeras estrellas comenzaban a brillar, el cazador sintió que sus fuerzas lo abandonaban. En un último intento arrojó sus boleadoras con fuerza.
Por poco logra enredar al ave, pero el Dios Choike pisó en el cielo y voló a las estrellas, donde escapó para siempre.
El joven quedó burlado y sorprendido, mirando la huella que el Choike dejara en el cielo, esos cuatro puntos de luz: La huella del Choike.
Para enseñanza de los jóvenes, las boleadoras del cazador quedaron clavadas en el firmamento, como símbolo de la soberbia humana. Son las dos estrellas muy brillantes que ves en la noche apuntando hacia la cruz. Ahora se les llama El Puntero y sus estrellas, según brillo: Rigil kentauro y Hadar kentauro.
Así es la astronomía, un camino lleno de ciencia y belleza, y también de andares antiguos reflejados en leyendas como esta.

para los amigos de voces del sur
Con admiración y cariño

Sergio

miércoles, 1 de agosto de 2012

La Vía Láctea tiene un agujero que da jabón


 La Vía Láctea tiene un agujero que da jabón
o...

AGUJEROS NEGROS, PANTANOS DEL COSMOS

EL OBSERVADOR DEL CIELO
Por Sergio Galarza
sergiogalarza62@gmail.com

La astronomía interesa a chicos y grandes por igual. Todos quieren meter el ojo a un ocular y observar la Luna, Saturno o una nube de polvo cósmico como la de Orión o Carina, verdaderos úteros galácticos diseminados en los brazos de la galaxia donde nacen las estrellas en puñados de mil.
Bien entrado el siglo XX, aún creíamos que las estrellas se repartían por igual, allí dónde miráramos. Pero la realidad es otra. Las estrellas se apiñan en el centro de la Galaxia, en la región del Sagitario, justo sobre nosotros y detrás del Escorpión, durante el invierno argentino.
Sagitario se sitúa en esa región blanca y brillante que llamamos Vía Láctea o Camino de Leche. El brillo es fulgor lejano de miles de millones de soles que, desde el corazón mismo de la espiral, nos llega a través de la distancia y el tiempo.
Las estrellas que forman la galaxia están en movimiento, giran alrededor del núcleo, le damos una vuelta cada 250.000 años.
¡Vaya, qué cifra! La especie humana apenas ha girado unas pocas vueltas.

Fabriquemos una galaxia
Para jugar y aprender, te invito a fabricar una galaxia espiral como la nuestra. Si tenés una pileta de lavar, podés hacerlo.
Colocás un tapón con cadenita al desagüe. Llenás la pileta y esparcís jabón de lavar en polvo sobre la superficie. Debés usar el jabón de los lavarropas comunes, el de los automáticos no sirve pues no genera espuma. Ahora, remové el agua para que se forme bastante, que quede todo lleno de pompas. ¿Listo?
Sacá el tapón del drenaje; verás cómo el agua se arremolina para escapar y la espuma forma una espiral antes de desaparecer por el agujero.
Así es nuestra galaxia, una espiral de jabón girando en el espacio.
Tal vez te preguntes entonces, ¿qué drenaje se lleva el jabón de nuestras estrellas?
Lo sabemos: quien tira de nuestras estrellas haciéndolas girar en forma de espiral es la gravedad de un “agujero negro” que se halla en nuestro núcleo galáctico.
Un agujero negro es un objeto muy curioso, capaz de chuparse todo lo que pasó, como dice León.
En estos cuerpos, la materia cae sin remedio ni posibilidad de escape, casi. Los científicos les llaman “singularidad”, porque allí todo es único o singular.
Los agujeros negros nacen cuando una estrella muy, muy grande, se apaga. Al hacerlo, el peso de los gases que la forman la derrumba hasta un punto inimaginable. Un punto tan, tan profundo, dentro del mismo espacio, desde el cual ya nada puede escapar, ni siquiera la luz emitida por ese astro moribundo. Por eso se les dice “negros”, porque no emiten luz.
En el momento en que un agujero negro nace, todo a su alrededor comienza a ser atraído por esa caída, por la gravedad infinita de ese nuevo ser.
Durante años los hombres de ciencia se han dedicado a estudiar estos pantanos del cosmos. El más conocido de ellos es Stephen Hawkins, el científico postrado sobre una silla de ruedas -sufre una rara enfermedad-, quien en su juventud no lograba terminar la tesis de su doctorado; al fin, eligió estudiar los agujeros negros. La historia es conocida: Stephen se graduó con honores y el mundo científico se volvió loco a raíz de las novedosas teorías que aportó (fue el primero en sugerir que algo, muy poco, escapa de allí). Stephen escribió muchos libros, pero el que lo hizo famoso fue “Breve Historia del Tiempo” y lo encontrarás en la biblioteca de Chabás.
En toda charla, preguntan: ¿se puede viajar a través de un agujero negro? Ocurre que los documentales de TV llenan su espacio con historias desaforadas, estrellas cataclísmicas y agujeros de gusano por los que se viaja al pasado, donde uno se encuentra consigo, joven…  
La ciencia ficción es la más popular de las ciencias, pero, ay, no es tal. Cuando contesto que no podríamos viajar a través de un hoyo negro, puesto que allí no existe la materia tal como la conocemos y el tiempo se detiene, los rostros se opacan, no es lo que esperan o quieren oír.
En verdad, alguna vez, todos anhelamos volver atrás, reparar un mal hecho, recuperar a alguien perdido. Si viajara al pasado y me encontrara conmigo, me diría: Sergio, serás feliz, serás padre, maestro y al fin abuelo, así que ¡vive contento! Vos, ¿qué te dirías?

lunes, 18 de junio de 2012

¿CUÁNTO CAMBIA CADA NOCHE?


Astronomía
EL OBSERVADOR DEL CIELO
Por Sergio Galarza
sergiogalarza62@gmail.com

Vimos que las estrellas son azules, blancas, amarillas y que las hay rojas como Antares, el corazón del Escorpión, a quien verás andando sobre ti bien alto en la noche. No lo confundas con una luz naranja, bonita asimismo, que se ubica tirando al norte. Este será Arcturus, el Guardián de Osos, nombre que se justifica en el hemisferio norte donde los antiguos veían la Osa mayor y la Osa menor rondando su polo.
Arcturus se ve en la misma época que Antares pero mientras este pertenece al signo Escorpio -y por tanto pasa por el cenit en nuestra latitud-, Arcturus se eleva apenas 40º del horizonte, nunca más que eso.
A propósito, hay una niña en Bigand llamada Elena, ella gusta de Arcturus y sabe que es el guardián de los osos; el otro día, mirando el cielo, me preguntó: “¿Profe, Arturus, también cuida a los pandas?” “Sí, Elena”, le dije, y quedé estupefacto. Nunca había pensado en eso y sabedor de que los Pandas están en extinción, mentí, pues quise que confiara en el futuro.
El hecho es que en junio vemos a Arcturus, Antares, Spica y a Rigil kent alta. En noviembre veremos otros soles porque los de hoy estarán debajo del horizonte.
Así es como vemos el cielo: hay estrellas de primavera-verano y de otoño-invierno.
Esto indica que el cielo cambia cada noche. Es decir, el sol retrocede cada mañana provocando el avance aparente de las constelaciones.
La rotación nos permite observar las estrellas que están detrás de la Tierra con respecto al sol. Sólo observamos el cielo hacia atrás, hacia la sombra de la Tierra, la noche. Pero nuestra nave viaja en órbita solar y avanza sobre ella cada día (avanza sobre la eclíptica). Así, cada noche es distinta porque la Tierra ha avanzado en la traslación.
¿Cuánto cambia cada noche?
Hagamos la cuenta, es muy sencilla (la astronomía es fácil, está al alcance de todos): decir un año es decir una vuelta, un círculo en el cielo. Todo círculo está dividido en 360º. Luego, para recorrerlo, empleamos 365 días. Así, 360º de cielo recorridos en 365 días, nos da: 360º/365= 0,98º, casi un grado por día.

Este es el secreto de la Astronomía y de toda ciencia: la regularidad en el cambio de los hechos.
Medimos la temperatura de los soles por el color de su luz; medimos su paso y posición mediante cuentas con ángulos obtenidos con palos y cuerdas que nosotros llamamos regla y compás. Midamos ahora la distancia a las estrellas comenzando con la distancia que nos separa del sol.
Todo triángulo guarda una relación entre sus ángulos y sus lados. Esta ciencia es la trigonometría y dice que: si trazo un triángulo, no importa cuál sea el largo de sus lados, siempre serán una proporción del ángulo que los une.
Tome una media de las puntas y estire los brazos, ellos formarán un triángulo y su pecho marcará el ángulo que los separa. Esta separación será proporcional al largo de la media. Tome una toalla y repita la operación: los brazos estarán más abiertos, el ángulo será mayor. Quien sepa esto no tendrá necesidad de medir la toalla para saber su largo, podría medir el ángulo que separa los brazos y el largo de uno de ellos. Esto es trigonometría.
Aristarco, hace milenios, midió la proporción de las distancias del sol y la luna. Supuso que, en determinado momento, Tierra, luna y sol formaban un triángulo rectángulo. ¿Cuándo? Cuando sólo se viera desde casa el cuarto exacto de la luna iluminado. En ese momento las distancias entre los tres astros pueden relacionarse mediante trigonometría. Así, con medir el ángulo que los rayos del sol formaran sobre la Tierra, tendríamos el ángulo que vincula a dos lados del triángulo: el lado Tierra-luna y el lado Tierra-sol. Aristarco calculó de este modo que el sol estaba 19 veces más lejos que la luna. Se equivocó, no pudo medir bien el momento en que la luna entrara en cuarto, pero el razonamiento es perfecto y hoy se hace la cuenta con precisión. El sol está en realidad 400 veces más lejos que la luna.
Al respecto de semejante hazaña, me dijo un amigo: “Los griegos vivían disfrutando, por eso pensaban tanto”. Yo creo que es al revés: porque pensaban tanto, sabían qué bueno es disfrutar la vida.

¡Mi auto refleja luz a 690 nano-metros!


¡Mi auto refleja luz a 690 nano-metros!
Un nano metro es una medida de distancia, equivale a la milmillonésima parte de un metro.

Las estrellas son la piedra filosofal, capaz de transmutar un metal en oro, milagro que impulsó a los alquimistas a trabajar durante años en su busca. Borges, escribió: “Suele estar muy cerca lo que buscamos”. Los pobres magos no dormían en su esfuerzo y en esas noches de fracaso tenían la respuesta sobre sus cabezas: las estrellas. Ellas generan la materia y al hacerlo irradian portentos de energía en forma de luz, calor y otras frecuencias del espectro electromagnético, tales como ondas de radio, ultravioleta, rayos x, y más.
Lamento usar palabras difíciles. El conocimiento no es fácil, nos pide aprender palabras extrañas. Podría ser peor, podría ser como en Chile, donde, además, debe pagarlo.

El espectro electromagnético (eem, en adelante) es un rango o abanico de frecuencias de onda mediante las cuales una modificación atómica se manifiesta a distancia. Parece difícil, no lo es tanto.
El espectro electromagnético es una variedad de olas que viajan por el Universo para avisarnos algo. ¿Qué cosa? Un cambio que ha ocurrido hace tiempo en algún pedacito (o en millones) de materia lejana.

Veamos una estufa eléctrica. En ella, la corriente eléctrica pasa por un alambre y modifica el estado de los átomos del cobre; estos reaccionan enviando avisos (ondas eem) que informan a nuestros átomos de la piel: nuestro cerebro le interpreta como calor.
En las estrellas sucede eso y más. La luz es una onda eem que incluye diversas frecuencias. Una frecuencia es una cantidad de sucesos en el tiempo. Por ejemplo: me baño todos los días, es decir, me baño con una frecuencia diaria.

La frecuencia de una onda u ola se mide del punto más alto al siguiente; se dice, de cresta a cresta.
El gráfico anterior es una zoncera científica, esta foto que sigue es un ejemplo perfecto de una onda, sus crestas y valles, y la frecuencia o energía transportada:


Otra medida posible es la longitud de esa ola/onda. En física se le llama lambda (λ). A mayor frecuencia, menor longitud de onda (λ). Por ejemplo, si me baño dos veces por día (mayor frecuencia), lo hago cada 12 horas (menor cantidad de horas). Vea una bandera flamear, cuando hay poco viento ondea lenta, cansina, una o dos fluctuaciones en todo su largo; más, cuando el viento sopla bravo, con gran energía, ella ondea con frenesí, casi extendida pues su flamear es muy corto y rápido, apenas lo vemos.

Así, hablando sobre la luz o energía visible, a cada longitud de onda (λ) le corresponde un color.
¿Ha visto usted un arco iris? Allí hay 5 o 6 colores que surgen de la descomposición de la luz blanca. Ella está formada por ondas de distintas λ (longitudes de onda), nosotros le llamamos colores. Decir: “tengo un auto rojo” es mucho más fácil que decir “tengo un auto cuya pintura refleja aquellas ondas eem de 620nm de longitud”.

Los átomos se unen y se crean dentro de las estrellas. Estos átomos nuevos informan de su cambio al universo en ondas eem que salen del astro en todas las direcciones del espacio y, luego de viajar por billones y billones de kilómetros, impactan o informan a nuestros ojos su color (y a nuestra piel, su calor).
Un sol azul emite energía visible (luz) en ondas de 480nm. Cuando la temperatura de superficie es menor, las ondas eem tienen menor frecuencia, menor energía, mayor longitud λ. Estos son los soles rojos, emiten en ondas de 600 y pico nano-metros de longitud.

Saber leer el espectro electro magnético es vital a la hora de observar y estudiar el cielo, pues estamos leyendo su temperatura, la cual guarda una relación directa con el tamaño y el paso evolutivo de dicho objeto.

Veamos otro ejemplo: en la ciudad hay lámparas, unas brillan azules y otras con un color cálido, algo naranja. Aquí, el color varía porque unas están cargadas con mercurio y otras con sodio. Ambas funcionan a raíz de la alta temperatura del gas, pero diversos gases emiten luz a diversa longitud de onda, es decir, diverso color. Así, obtenemos un dato más de las estrellas con solo observar su eem: su composición química.

Las pajaritas hacen lo mismo al elegir a su pareja en función del color de su plumaje, y muchos insectos, y algunas féminas, las que eligen a sus consortes de entre los que conduzcan un coche deportivo, cuya chapa refleje luz a 690 manómetros, es decir, rojo¡¡¡¡¡¡¡

jueves, 10 de mayo de 2012

Esta Noche en Bigand

Atención Bigand
esta noche observamos desde la plaza San Martín
desde las 20 horas¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡




estarán presentes: Saturno, Marte, Omega Centauri




Y demás estrellas del espectáculo nocturno¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡




No te lo pierdas, desde las 20 horas¡¡¡¡¡¡¡¡
Plaza San Martín de Bigand

viernes, 4 de mayo de 2012

SEMILLAS DEL FUTURO (Observador del cielo 3º)


Astronomía
SEMILLAS DEL FUTURO

EL OBSERVADOR DEL CIELO

Por Sergio Galarza

Las estrellas habitan la noche, que es su casa. Muchos piensan que en el día ellas no están allí, cuando en realidad han quedado ocultas por el brillo masivo del sol, la estrella más cercana a la Tierra.
Ellas habitan la noche y alegran nuestro pesar con su luz delicada; el sol es el rey del día y también cura nuestro frío, a veces.
Un sol es un momento de extraño equilibrio en la carrera del cosmos; es una esfera que, por el peso de las capas de gases que la forman, comienza a transformar átomos de hidrógeno en átomos de helio. Esta creación de materia, que se da en el núcleo estelar, libera increíbles cantidades de energía.
La energía y la materia son intercambiables; en gran medida, son lo mismo. Cuando se crea o se destruye materia, se libera energía. A estos procesos se les llama fusión o fisión nuclear y los norteamericanos mataron a doscientas mil personas con ello, en Hiroshima y Nagasaki, en el año 1945, crimen aún impune.
En el sol explotan centenares de millones de bombas atómicas por segundo, esto se traduce en el calor, la luz y la energía que de él nos llega, a través de los 150.000.000 de kilómetros de espacio que nos separa.
Las estrellas nacen dentro de ingentes nubes de átomos y polvo interestelar que llenan los brazos de la galaxia. Esas nubes colapsan, caen presas de la gravedad, esa fuerza extraña que domina las masas a distancia. La nube se contrae y se calienta. Dentro de ella algunos grumos lograrán encender, dando a luz a numerosos hijos e hijas que, por alimentarse de esos gases, la mermarán hasta consumirla. De la cantidad de gas que forme a cada una, dependerá su vida, tamaño, temperatura, brillo y color.
Una estrella joven y potente brilla con luz azul; mira las Tres Marías, ellas son azules; o la estrella Spica, la espiga, de quien ya hablamos. Todo en ellas es energía, iluminan más, y se queman antes.
Otras, nacen con menor cantidad de gases y su temperatura exterior es algo más baja, será una blanca imponente. Sirio por ejemplo, la primera del Can mayor, llamada también Alfa Canis Mayor. Sirio es la más brillante del cielo sin ser la más potente, esto es así por la distancia a la que se encuentra, tan solo 8 años luz.
Estos seres brillantes, al vivir irán consumiendo sus gases, crearán más helio y se enfriarán, se tornarán amarillas. Nuestro sol es una estrella típica amarilla, aunque el total de colores que emite se combine y forme la luz blanca. Puede usted hacer un experimento: contra una pared blanca, coloque celofán de varios colores, uno de ellos brillará con mayor intensidad que el resto: el amarillo. Debido a él, los científicos saben que parte de su superficie brilla a 6000ºC de temperatura.
Nuestro astro es muy bello. Puede observarse con un telescopio especial. Si acude a cualquier escuela de Chabás y pide una clase de astronomía, podrá ver el sol con sus propios ojos, y lo hará con seguridad absoluta, con nitidez envidiable.
Quema y quema el sol porque está vivo, consume su hidrógeno y satura la bola de fuego con helio; tose, parpadea; crecerá un poco y, al hacerlo, se enfriará aún más en superficie. Se tornará roja. Será una gigante, como Antares, tan linda, el rojo corazón de Scorpio. Brillará a 3000ºC. Aquí llegará el fin de sus días, pronto morirá.
Más, decir pronto en astronomía no es decir cien años, ni mil, o cien mil. Un Sol amarillo vive 10 mil millones de años. Diez Mil Millones de años. Los programas que alertan sobre catástrofes y abruptos cambios de época, como el 2012, solo se apoyan en supersticiones, ya que los tiempos del Universo no son los que acostumbramos medir.
Continuemos entonces: si la estrella al nacer ha sido como la nuestra, mediana, casi pequeña, morirá como gigante roja. Una explosión magnífica que dará lugar a una nebulosa planetaria, una tenue esfera de polvo y gas que se alejará permanentemente del núcleo apagado, cada vez más frío, muerto al fin, llamado Enana blanca.
Esto quedará de nuestro sol, un núcleo enfriándose y un millar de semillas arrojadas al cosmos.
El espacio es una cadena, una rueda. Los soles nacen en nubes de polvo y al morir forman nubes de polvo, allí con el paso de los eones darán lugar a centenares de soles nuevos.
Mira hacia arriba esta noche,  cada ser que parte, puede ser semilla del futuro.



lunes, 16 de abril de 2012

El Observador del Cielo - Nota 2º

Astronomía
Torres y sombras

Cuando dije que la astronomía fue la primera ciencia y que la figura zodiacal Virgo representa el resurgir de la naturaleza, fue porque ambas afirmaciones están relacionadas. No puede haber ciencia allí donde no haya repetición porque sólo puede predecirse lo que se conoce. Lo impredecible se llama Caos o desorden. Ej. El número que arroja una ruleta. El imperio de las repeticiones se llama Cosmos u orden. Ej. El Universo.

Veamos la simple repetición del día y la noche, generada por el giro de la Tierra sobre su eje: la rotación. Como el sol quemaría nuestros ojos medimos su paso aparente por el cielo (eclíptica) por medio de sombras (Galileo quedó ciego por estudiar sus manchas). Un día es el intervalo entre dos sombras mínimas (entre dos meridianos), dadas por un palo o gnomón. El meridiano indica la mitad del día. En Babilonia, en el 2000 a.c., dividieron la jornada en 24 horas de 60 minutos cada una.
Otra repetición es la de las estaciones: primavera, verano, otoño e invierno. Esta se debe a que la Tierra gira inclinada alrededor del sol. La inclinación del eje de giro con respecto al plano de traslación es de 23,5º.

Los rayos de luz y calor no inciden siempre de lleno. Así, se calientan en forma variable distintas áreas del planeta. Haga la prueba ante el fuego. Acerque las manos en forma plana, perpendicular a él: la mano se calentará pareja; si lo hace en diagonal, solo calentará los dedos. En junio el hemisferio sur queda en diagonal al sol, recibe menos calor y es invierno; en enero recibe los rayos de lleno y por eso es verano. Los astrónomos descubrieron todo esto con aquél mismo gnomón o escuadra. Sus sombras son suficientes para deducir:

a- La inclinación del eje terrestre.

b- Los solsticios, cuando el sol deja de ascender o disminuir su altura aparente en el cielo. Recuerde que en junio las sombras son más largas que en verano; es decir, el sol está más bajo sobre el horizonte.

c- Los equinoccios, cuando el día tiene la misma duración que la noche; es decir, cuando la eclíptica coincide con el Ecuador.

Esta es ciencia que confirma en el patio de casa.
Si marca las sombras proyectadas durante el año verá que dibuja un ocho irregular llamado Analema. En la película Náufrago, Tom Hanks logra en la pared de su cueva este registro; véala, es buena peli. Prueba que la órbita terrestre es una elipse o círculo achatado (1º ley de Kepler del movimiento planetario) y que varía su velocidad a lo largo del año (2º ley). Por esto, nuestro verano es más corto que el boreal: coincide con la máxima velocidad de traslación alcanzada durante el perihelio (punto en que el planeta se halla más cercano al sol).

Hay mucho por aprender en base a observaciones. En la próxima les enseño a medir la Tierra. Mientras, les dejo un diagrama para fijar algunos conceptos.

El Observador del Cielo - Nota 1º

Astronomía 1º nota

EL OBSERVADOR DEL CIELO


Por Sergio Galarza

A través de El Observador, Proyecto Sagitario ofrece a sus lectores un Curso de Introducción a la Astronomía, una guía para observar y disfrutar el cielo. En breves y sucesivas notas, podrás aprender historias, conceptos y rarezas de nuestro firmamento, de nuestro techo de soles que muchos olvidamos, opaco tras las luces del pueblo.
Nuestro deseo es despertar en los vecinos el gusto por la contemplación y el saber de una ciencia que nos formó como sociedad, pues la astronomía fue la primera manifestación científica. Es decir, la primera disciplina que pudo prever hechos, que fue verificable por medio de sus métodos y postulados. Ninguno de nosotros sabe qué pasará mañana pero todos tenemos certeza científica que el sol se alzará más o menos por el este, trepará inclinándose hacia el norte -en el hemisferio sur- y descenderá majestuoso sobre el oeste. Esto que ahora suena obvio, llevó a descubrimientos notables, hace miles y miles de años. Descubrimientos y saberes que ignoramos la mayoría de los que hemos tenido la suerte de estudiar, y aún de aquellos que contamos con el verdadero fuego y motor de la mente: la curiosidad.
Intentaremos informarlo, entusiasmarlo y -por supuesto- divertirlo porque tal vez la alegría sea el camino más corto hacia la comprensión. Si quiere, ya nos acompaña.

Curso de astronomía
Introducción:
La astronomía es la primera de las ciencias. El hombre se afianza y se desarrolla de su mano. Cuando nada sabíamos, cuando aun éramos hordas de peludos que forrajeábamos por el sustento, cuando nos ocultábamos en cavernas de los predadores, la noche era parte de nuestros días. Las pinturas rupestres de diversas cavernas muestran imágenes de animales y otras figuras. Hay una famosa, en España: muestra a un toro y, sobre él, unas pocas manchas claras. En un principio se creyó que esas imágenes eran animismo, es decir, una invocación mágica de aquello que nos daba calor y alimento. Bastó que un astrónomo observara esas paredes: el toro es Tauro y las manchas claras, Híades, el cúmulo de estrellas que acompaña en el cielo a dicha casa del zoodíaco (un cúmulo es un montón de estrellas; los astros suelen viajar en grupo o conjunto por el universo; nuestro sol está solo, pero el común no, viaja en compañía).
En la imagen rupestre de la caverna ibérica se esconden dos claves, pruebas de desarrollo de las estrategias del hombre para perpetuarse. Aquello que creímos religión, en verdad es un almanaque, una época del año colgada en la pared: la época de la lluvias, acaso, tal una de las etimologías de Híades. Además, no hay en el zoodíaco ninguna figura que haga mención a plantas o herramientas de labranza. Es decir, en el viejo cielo no hay agricultura. Luego, la astronomía es anterior a ella (la agricultura nace en Anatolia, Turquía, hace 10.000 años).
En el zoodíaco, en el disco de los seres vivos (zoon es vivo, en griego) sólo hay una mujer, Virgo, que representa a la diosa naturaleza, el resurgir de la misma, la sucesión de las estaciones (recuerden que los primeros dioses fueron femeninos; el monoteísmo masculino es posterior).
Con el nacimiento de la agricultura, Virgo tuvo varios nombres: primero fue diosa, después princesa, al fin, casta. En el Asia imperial, esta figura fue asociada a hombres de estado o reyes. Con el paso de milenios, las estrellas que la forman tomaron diversos nombres y lo que fue un solo tributo, se fraccionó. Veamos los significados de sus soles más brillantes: Spica, la espiga; Vendimiátrix, la vendimia; Pórrima, diosa de los partos (aquí su lazo con las creencias más antiguas); otras estrellas recuerdan a las culturas machistas al incorporar nombres como Héroe, Jefe de estado, Toga y otros.
Le hemos contado un inicio, un comienzo de notas y de la historia de los hombres. Espero sus comentarios, correcciones y aportes. Hay en Chabás dos talleres de astronomía, uno en la escuela Bernardo Monteagudo, se llama Una estrella Azul; el otro depende de Silvana Busilacchi y se llama Urania. De seguro surgirán nuevos. Pueden acercarse y compartir con nosotros.

jueves, 2 de febrero de 2012

Astronomía en Punta Marqués



Punta Marqués es una punta que se adentra al mar argentino en pleno golfo San Jorge. Es una lobería que posee un mirador a 150 metros de altitud. Desde este privilegio de la geografía patagónica puedes sentirte parte del cielo y de la tierra a un mismo tiempo. Observar de noche es sublime pues las estrellas las tocas con las manos y las luces naranja de la ciudad conforman un espectáculo maravilloso. El mar suma lo suyo brillando a la luz de una luna creciente.


Anoche tuvimos jaleo astronómico allí arriba.


Cuarenta y cuatro personas subieron en una noche ventosa y nublada. Venían a aprender su cielo. 
Tal vez volvieron sabiéndolo un poco más.
Sí doy fe de que nadie se aburrió, pues los niños reían y los padres también.


Hablamos de la formación de las estrellas, de su color, de la energía que nos entregan, y hablamos de esa fuerza curiosa que es la gravedad.
Nos metimos a criticar a Newton y algo ligó Einstein.


En fin, astronomía de la buena, como me gusta decir.


Sergio.